El estrés es algo cada vez más frecuente en nuestras vidas. El ritmo diario de toda la sociedad se ha acelerado considerablemente, de modo que son muy distintas las presiones y tensiones a las que te puedes ver sometido y son cada vez mayores las exigencias sobre tu rendimiento y tu comportamiento.
Los cambios a nivel profesional o personal, las aglomeraciones o la elevada densidad de tráfico son factores que contribuyen a aumentar el estrés de la mayor parte de los ciudadanos.
La relación que existe entre el estrés y la conducción de vehículos es el doble:
- El estrés que sufres por tus circunstancias vitales va a influir en tu forma de conducir, repercutiendo directamente sobre las tasas de accidentalidad.
- El propio sistema de tráfico contiene muchos elementos que son una fuente de estrés por sí mismos, como por ejemplos los atascos.
En consecuencia, el estrés va a ser algo relativamente frecuente en nuestras carreteras. Esto es preocupante ya que el estrés alteras las capacidades necesarias para una conducción segura, especialmente tu comportamiento, y aumenta peligrosamente el riesgo de sufrir un accidente.
Además, el estrés tiene unas consecuencias graves para tu salud. Destacando las enfermedades crónicas derivadas de una situación de estrés sostenida en el tiempo, que deterioran la calidad de vida y aumentan la probabilidad de muerte de quienes la sufren.
¿Qué es el estrés?
Es un proceso psicológico normal que se origina cuando se presenta una fuerte exigencia y no sabes cómo responder ante ella de forma clara y adecuada.
Tu organismo pondrá en marcha un mecanismo de emergencia general. Los cambios corporales que produce este mecanismo son lo que probablemente conocías como estrés. Con ello, tu cuerpo trata de prepararse para afrontar cualquier tipo de situación problemática, sea de la naturaleza que sea.
Podemos concluir que el proceso de estrés no es algo negativo. Al contrario, se trata de uno de los mecanismos de los que dispone tu organismo para adaptarse al ambiente.
Tu organismo reaccionará y adoptará una actitud de alarma para actuar con rapidez. Pero, si la respuesta de alarma se hace demasiado intensa o si se prolonga durante mucho tiempo, el estrés puede pasar a ser un serio problema de salud.
Esto sucede con frecuencia cuando la respuesta de estrés en realidad no sirve para solucionar las situaciones en las que se produce. Por ello, se puede afirmar que las respuestas de estrés son ineficaces o incluso contraproducentes. Esto sucede especialmente en el tráfico en ciudad y carretera, donde representan un gran riesgo para la seguridad vial.
¿Qué situaciones pueden provocar estrés?
Para que una situación sea estresante, se debe percibir como una amenaza o un desafío que pueda provocarle algún tipo de daño.
Cada persona experimenta el estrés de distinta manera y ante situaciones diferentes, depende básicamente de los recursos que tengas para afrontarla. Por ello, puedes aprender a hacer frente a estas situaciones estresantes con las estrategias de afrontamiento más adecuadas.
Existen algunas situaciones que suelen relacionarse generalmente con niveles elevados de estrés para la mayoría de las personas, pueden tener graves efectos sobre tu conducta al volante. Es importante que conozcas las principales:
- Los cambios bruscos o frecuentes en el estilo de vida o en el trabajo (matrimonio, hijos, separación, incorporarse a un nuevo trabajo o ser despedido, entre otros muchos).
- La sobrecarga de trabajo, especialmente si este es de precisión o exige mucha concentración.
- Marcarse metas excesivamente elevadas, mantener un ritmo de vida acelerado, la excesiva competitividad en el ambiente o situaciones frustrantes.
- La estimulación ambiental excesiva o molesta (elevada densidad de tráfico, ambientes muy bulliciosos, ruido, etc).
- Situaciones en las que peligre la integridad o la seguridad de la persona, como incidentes o numerosos eventos del tráfico.
Entre estas situaciones destacan por su alta frecuencia y por su relación con el tráfico los llamados estresores vitales. Este tipo de estresores implican cambios importantes en la vida de las personas y tienen un gran impacto a nivel psicológico.
Distintos estudios han demostrado que muchos conductores que han sufrido algún accidente habían pasado en los meses anteriores o estaban pasando por alguna de estas situaciones vitales especialmente estresantes. Además, a mayor cantidad e intensidad de estos estresores vitales, mayor era la gravedad de los accidentes.
Por ello, la probabilidad de sufrir un siniestro es mayor cuanto más intenso sea el estrés experimentado, cuanta más situaciones estresantes ocurran o cuanto menos tiempo haya transcurrido desde ellas.
¿Por qué el tráfico es una fuente frecuente de estrés?
Por ello, la probabilidad de sufrir un siniestro es mayor cuanto más intenso sea el estrés experimentado, cuanta más situaciones estresantes ocurran o cuanto menos tiempo haya transcurrido desde ellas.
¿Por qué el tráfico es una fuente frecuente de estrés?
Además de la influencia del estrés producido fuera del entrono del tráfico sobre el conductor, existe una clara relación entre las propias situaciones de conducción y la aparición de este peligroso síndrome.
Muchas características propias de las condiciones del tráfico y de la circulación ya son por sí mismas una fuente de estrés que afectará de manera importante tu capacidad para conducir con seguridad. Entre ellas podemos destacar las siguientes:
Muchas características propias de las condiciones del tráfico y de la circulación ya son por sí mismas una fuente de estrés que afectará de manera importante tu capacidad para conducir con seguridad. Entre ellas podemos destacar las siguientes:
- El tráfico implica riesgos para la vida o para la integridad personal
Las situaciones de tráfico implican con frecuencia un cierto riesgo para la vida o para la integridad personal de los conductores y de los pasajeros. En consecuencia, cualquier maniobra peligrosa o incidente en el tráfico puede desencadenar fácilmente reacciones de defensa, hostilidad, tensión, agresividad o ansiedad, ya que los conductores implicados pueden sentirse fácilmente en peligro. - Circular con prisa al volante
La presión del tiempo con la que muchos conductores circulamos tiene, al menos, dos efectos relevantes para el estrés y para el tráfico:
· Puede hacer que conduzcas más rápidamente y de forma más hostil, lo que facilita que se produzcan situaciones de conflicto muy estresantes.
·La prisa unida a las frecuentes congestiones de tráfico, puede llevarte a experimentar frustración por no llegar a tiempo sin poder hacer nada para evitarlo.
Esta situación suele desencadenar una reacción de estrés, facilita las conductas hostiles hacia los otros conductores e incrementa la frecuencia de conflictos en el tráfico. - El ambiente del tráfico puede ser muy molestoMuchas situaciones de conducción, especialmente en ciudad, van acompañadas de un elevado nivel de ruido o de una elevada densidad de estímulos, lo que facilita las reacciones de estrés.
Además, si alguna situación exige que prestes atención a más elementos del tráfico de los que eres capaz de captar se puede producir un fenómeno conocido como estrés perceptivo, que te impedirá captar todos los estímulos, incluidos aquellos necesarios para una conducción segura. - Muchas situaciones se repiten con demasiada frecuenciaLos elementos estresantes del tráfico suelen producirse de forma habitual. Está demostrado que cuando se presentan pequeños estresores repetidamente, estos se van acumulando y pueden acabar por producir con el tiempo una grave reacción de estrés.
En consecuencia, el efecto estresor de cualquier situación de tráfico se puede ver incrementado con el paso del tiempo.
Estas y otras características del entorno de tráfico hacen que la aparición del estrés durante la conducción sea bastante frecuente en determinadas personas.
¿Cómo afecta el estrés a la conducción?
En el proceso del estrés puede distinguirse tres etapas, que es muy importante que conozcas:
Cada una de estas etapas va a tener efectos distintos y muy relevantes en el comportamiento del conductor y en su predisposición al accidente.
Reacción de alarma
En esta primera etapa, tu organismo moviliza una gran cantidad de energía y se adapta para poder hacer frente a la situación que ha desencadenado el estrés:
- Tu cuerpo se prepara para obtener la máxima fuerza y velocidad de los músculos.
- Tu mente se prepara para procesar mejor la información relevante. La percepción, la atención la memoria y la toma de decisiones se ven alteradas.
En principio, todos estos recursos no deberían tener efectos negativos para la conducción, ya que tu organismo se encuentra en alerta y preparado para actuar. Sin embargo, la respuesta de estrés no es la más adecuada a las situaciones de tráfico.
Por ello, pueden aparecer en esta primera etapa del estrés una serie de comportamientos inadaptados y peligrosos para la conducción como los siguientes:
- Tu comportamiento puede ser más competitivo, agresivo y hostil, lo que puede dar lugar a provocaciones al resto de los conductores.
- Puedes reaccionar con impaciencia e impulsividad, lo que hace que tiendas a aumentar la velocidad y a cometer graves errores en la toma de decisiones, además de disminuir la capacidad de anticipación a los eventos del tráfico.
- Puede que actúes de forma más imprudente e incluso temeraria, lo que se acompaña de una menor percepción del riesgo y una mayor tolerancia al mismo.
- Tendrás un menor respeto a las normas de circulación y a la convivencia en el tráfico.
Fase de resistencia
Tu cuerpo no puede mantenerse en un estado de alarma durante demasiado tiempo. Si la situación de estrés se prolonga, llegará un momento en que tu organismo deberá compaginar la exigencia que representa la fuente del estrés con todas las demás funciones corporales y las actividades diarias.
Las respuestas físicas y psíquicas del estrés se mantienen, aunque de una forma menos intensa que en la primera fase. El resultado de ello es un desgaste excesivo, apareciendo en esta etapa muchos de los problemas de salud característicos del estrés, como los dolores de cabeza o los trastornos digestivos.
La conducción en esta fase también puede ser peligrosa, principalmente por las siguientes razones:
Fase de agotamiento
Si la situación que provoca el estrés continúa, acabarás sintiendo un profundo agotamiento. En este momento cuando se manifestarán muchos de los problemas del estrés, alterándose gravemente tu calidad de vida y apareciendo con frecuencia problemas sociales, familiares y laborales:
¿Qué puedes hacer ante el estrés?
Muchas de las situaciones que te resultan estresantes son muy difíciles de evitar, lo más importante es tratar de mejorar las estrategias para afrontar estas situaciones, especialmente si eres conductor profesional o si utilizas el vehículo de manera habitual.
Es importante saber que las estrategias de afrontamiento del estrés pueden aprenderse y desarrollarse. Busca ayuda especializada, es fundamental para acortar la duración de los periodos de estrés, reducir su intensidad y conseguir prevenir su futura aparición. Además de mejorar tu salud y tu calidad de vida, lograrás también una mayor seguridad al volante.
Si estás experimentando de manera importante los efectos del estrés, debes conducir con especial prudencia. En la fase más crítica del estrés debes evitar en la medida de lo posible conducir tu vehículo, y, si conducir es imprescindible, hazlo con extrema precaución y procura que las situaciones de conducción no te generen más estrés.
Hay una serie de recomendaciones a tener en cuenta de manera general para atenuar algunos de los efectos del estrés. Las más destacadas son:
Tu cuerpo no puede mantenerse en un estado de alarma durante demasiado tiempo. Si la situación de estrés se prolonga, llegará un momento en que tu organismo deberá compaginar la exigencia que representa la fuente del estrés con todas las demás funciones corporales y las actividades diarias.
Las respuestas físicas y psíquicas del estrés se mantienen, aunque de una forma menos intensa que en la primera fase. El resultado de ello es un desgaste excesivo, apareciendo en esta etapa muchos de los problemas de salud característicos del estrés, como los dolores de cabeza o los trastornos digestivos.
La conducción en esta fase también puede ser peligrosa, principalmente por las siguientes razones:
- Pueden aparecer las mismas alteraciones que en la fase de alarma, aunque con una menor intensidad: agresividad, hostilidad, competitividad, impaciencia, impulsividad, menor prudencia, conductas temerarias y menor respeto a las normas de circulación.
- Es frecuente también una menor tolerancia a la frustración, por lo cual, cualquier pequeña contrariedad que se dé en el entorno del tráfico puede alterarte más d elo que sería esperable.
Fase de agotamiento
Si la situación que provoca el estrés continúa, acabarás sintiendo un profundo agotamiento. En este momento cuando se manifestarán muchos de los problemas del estrés, alterándose gravemente tu calidad de vida y apareciendo con frecuencia problemas sociales, familiares y laborales:
- El sistema inmunitario se debilita, por lo que aumenta el riesgo de contraer enfermedades infecciosas.
- Las alteraciones en el sistema circulatorio acaban por incrementar las posibilidades de sufrir algún tipo de trastorno cardíaco, especialmente el infarto.
- Es frecuente la aparición de trastornos digestivos, entre los que podríamos destacar las úlceras.
- Son habituales los dolores, especialmente los musculares y las migrañas.
- Aparecen trastornos del sueño, entre los que destacan las dificultades para conciliar el sueño.
- La fatiga aparece con mucha rapidez y es muy intensa, lo que afecta gravemente al rendimiento en cualquier tipo de tarea.
- A nivel cognitivo, suelen experimentarse alteraciones del estado de ánimo, irritabilidad, agresividad, impulsividad, dificultades para concentrarse y olvidos frecuentes, entre otras muchas.
- Tus decisiones serán mucho más lentas y cometerás muchos más errores, que en ocasiones podrían ser graves y fatales.
- Te será especialmente difícil mantener la atención sobre el tráfico, de modo que es probable que sufras una distracción con mayor facilidad.
- Se potencia la aparición de la fatiga, por lo que incluso periodos de conducción no muy largos representan un claro riesgo.
- Puedes sufrir fuertes alteraciones en tu estado de ánimo, lo que en ocasiones te lleva a comportarte de una forma agresiva, hostil o impulsiva.
- Es más probable que actúes de forma temeraria, ya que toleras un mayor nivel de riesgo.
- Puedes montar un menor respeto por las normas de circulación y convivencia en el tráfico.
- Es posible que consumas alcohol, drogas o fármacos, tratando con ello de afrontar las situaciones que te han provocado estrés o de minimizar sus efectos negativos. Como ya sabes, estas sustancias alteran tus capacidades mínimas imprescindibles para circular son seguridad.
¿Qué puedes hacer ante el estrés?
Muchas de las situaciones que te resultan estresantes son muy difíciles de evitar, lo más importante es tratar de mejorar las estrategias para afrontar estas situaciones, especialmente si eres conductor profesional o si utilizas el vehículo de manera habitual.
Es importante saber que las estrategias de afrontamiento del estrés pueden aprenderse y desarrollarse. Busca ayuda especializada, es fundamental para acortar la duración de los periodos de estrés, reducir su intensidad y conseguir prevenir su futura aparición. Además de mejorar tu salud y tu calidad de vida, lograrás también una mayor seguridad al volante.
Si estás experimentando de manera importante los efectos del estrés, debes conducir con especial prudencia. En la fase más crítica del estrés debes evitar en la medida de lo posible conducir tu vehículo, y, si conducir es imprescindible, hazlo con extrema precaución y procura que las situaciones de conducción no te generen más estrés.
Hay una serie de recomendaciones a tener en cuenta de manera general para atenuar algunos de los efectos del estrés. Las más destacadas son:
- Toma el hábito de levantarte con tiempo suficiente, para afrontar tranquilamente cualquier imprevisto de camino al trabajo.
- Procura dormir las horas necesarias, siguiendo las recomendaciones de una higiene de sueño adecuada.
- No te impongas metas inalcanzables y prioriza las necesidades. Lleva a cabo las tareas una tras otra, planificando siempre tiempo para descansar, y ten siempre presente que tus recursos son limitados. Aprende además a relajarte en los momentos adecuados para ello.
- Mantén un estilo de vida saludable, con una dieta equilibrada y ejercicio de forma habitual, serán siempre prácticas recomendables para mantener tu organismo preparado ante cualquier exigencia y para descargar tensiones.
- Realiza con cierta frecuencia actividades relajantes.
- Evita el consumo de alcohol, tabaco, otras drogas o fármacos. Ten especial precaución con los estimulantes como el café o el té.
- Ante un viaje, sal con tiempo suficiente para afrontar imprevistos, para a descansar las veces que sean necesarias y no te marques nunca horas de llegadas rígidas.
- Escucha música relajante cuando conduzcas y te encuentres en un situación especialmente estresante.
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